Desde lo alto de una loma en el municipio de Restauración, en la provincia fronteriza de Dajabón, se divisan las casitas de un poblado haitiano entre el verdor montañoso.
Aquí cantan los pájaros, mientras el viento mece las ramas del pinar. Pero hay algo inusual. En la tierra rojiza son notables unos pequeños cuadros de cemento, con un orificio profundo en el centro, dispersos en el terreno y marcados con códigos de referencia, que son escritos por empleados de la minera Unigold.
“Removemos los árboles, removemos lo que es el material orgánico; se acumula en determinado lugar y empiezan ya las actividades de excavación”, adelanta Alejandra Gómez, de Unigold, rodeada de altos y flacos árboles de pinos, sobre cómo se prepararía el terreno para operar la mina a cielo abierto.
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